Umberto Eco
Los traductores trabajan con textos escritos. Los intérpretes, con la expresión oral. Los traductores profesionales traducen de un idioma extranjero a su lengua materna, y de este modo el resultado es lo más natural y fluido posible. Pero, ¿cómo es el trabajo exactamente?
Transmitir el mensaje
La traducción es esencialmente comunicación, y un traductor debe preguntarse siempre: "¿Cómo puedo transmitir el mensaje?". Una buena traducción es la que produce en el lector el mismo efecto que el texto original. Si éste le hace sonreir o despierta de algún modo su curiosidad, la traducción debe hacer lo mismo. Para eso, el traductor tiene que comprender perfectamente el texto, y no sólo cada una de las palabras, sino también el significado, el mensaje que el autor ha querido transmitir. Así pues, para traducir correctamente, hay que tener en cuenta no sólo las cuestiones gramaticales y sintácticas, sino también el contexto y el estilo del original, por no hablar de los matices semánticos expresados mediante recursos como sinónimos o juegos de palabras.
Conocimientos específicos
En función del tipo de texto, la traducción puede requerir conocimientos técnicos de determinada materia, por ejemplo electrónica, economía, medicina, química o botánica, denominaciones de accesorios mecánicos o productos químicos, o aspectos de carácter estilístico necesarios para mantener un ritmo o una cadencia. Otras veces son necesarias ambas cosas, por ejemplo para traducir programas informáticos.
Adaptación cultural
Cada lengua está profundamente arraigada en un sustrato geográfico, cultural y social. Muchos términos de una lengua no tienen su equivalente en otra. Un conocido ejemplo viene dado por la cantidad de palabras distintas que designan la nieve en las lenguas esquimales, mientras que las lenguas de climas más cálidos se conforman con una o dos. En estos casos, los traductores tienen que acuñar nuevas expresiones para describir los conceptos. El contenido de muchos textos está tan vinculado a una determinada cultura que debe traducirse de maneras muy distintas en función del destinatario, para que lo puedan entender los lectores de otras culturas o zonas. Por ejemplo, la versión de un juego de mesa comercializada en España puede parecer muy diferente a la vendida en Hispanoamérica, aunque la lengua sea la misma. Esto es lo que se llama "localización".
Vivacidad de las lenguas
Otra dificultad viene dada por el hecho de que los vocabularios cambian con gran rapidez. La inventiva humana genera una corriente constante de nuevas ideas, o nuevos usos para términos existentes. Este es uno de los aspectos más arduos – y a la vez estimulantes – del trabajo, que requiere que los traductores saquen partido de su creatividad para encontrar nuevas maneras de expresar conceptos en su propia lengua.
http://ec.europa.eu/translation/contest/whatis_es.htm
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