septiembre 30, 2007

Aún hoy, San Jerónimo, seguimos tus huellas por la autopista de la información y el sendero de la informática

Cuando por allá en el año 382, San Jerónimo, sentado en su gabinete, empezó su trabajo de corrección de la versión latina existente del Nuevo Testamento, rodeado de enciclopedias, diccionarios y obras de consulta no podía ni siquiera imaginarse el giro que algún día daría la historia de la traducción; ni mucho menos soñar con los tiempos que se avecinarían para la profesión de la cual, por sus incontables méritos, se convertiría en su santo y honorable patrono.

Las nuevas tecnologías han alterado profundamente el quehacer del traductor. Lo han convertido en un solitario empedernido, sediento de interacción social, un privilegiado con acceso a infinidad de conocimientos y diferentes culturas, pero verdadero ermitaño conectado a millones de personas que nunca ha visto y quizás nunca verá. Sus relaciones con el mundo exterior las mantiene a través del chat, de foros o listas de correo, donde aparte de tratar asuntos de trabajo habla de banalidades para pasar el rato y sentirse humano.

Ser traductor ahora implica y contiene también ser informático. Un traductor debe dominar todas las funciones de Internet, procesadores de texto, programas de diseño gráfico y diseño Web, programas de reconocimiento de voz, herramientas de asistencia a la traducción, herramientas terminológicas, entre otras menudencias. Cualquier herramienta o equipo nuevo es una prioridad en su presupuesto. Sólo con tecnología de punta podrá trabajar más en el menor tiempo posible y competir en rapidez de entrega y precios para sobrevivir en el difícil mercado. Ahora lo que cuenta es la capacidad de entender y descifrar cuanto motor de búsqueda existe y de encontrar rápida y eficazmente dentro del inmenso e inagotable caudal de información disponible en la red de redes, justamente lo que necesita y en el momento preciso.

Hoy la ingeniería lingüística, los gestores de bases de datos terminológicos plurilingües, las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación y el avance de la programación y de la tecnología, han creado realidades inimaginables para aquellos insignes eruditos que hicieron de la traducción una ciencia y un arte, apta sólo para unos cuantos elegidos. Han transformado además radicalmente el modo de hacer traducción. La traducción hoy se rige por un mercado global, donde reina la competencia, la rapidez y capacidad de respuesta. La transferencia de una lengua a otra se transformó en una industria de las lenguas, tecnificada, rentable y en franco crecimiento.

El traductor de este siglo vive conectado las 24 horas del día los 7 días de la semana, a través de un sistema imbricado de cables a su PC o portátil, la Internet, a la cámara de video, al escáner, al fax MODEM. Sin embargo, cualquier evento fortuito como falla del suministro eléctrico o desperfecto electromecánico en sus modernos equipos, puede dejarlo desconectado, paralizado e incapacitado de proseguir su trabajo. Es en estos precisos instantes cuando el pánico lo toma por sorpresa, le hace sentir el rigor del significado del incumplimiento del plazo de entrega y piensa con nostalgia en si no sería mejor que todo fuera como antes cuando San Jerónimo podía trabajar tan tranquila y plácidamente a la tenue luz de una vela. Ora al santo en alguna de las lenguas que domina para que se haga la luz o se resuelvan las fallas y comprende el significado de la vulnerabilidad de la tecnología para resolverle todos sus asuntos del día a día.

septiembre 23, 2007

The history of International Translation Day

St Jerome's Day, as International Translation Day is commonly known, is celebrated on 30 September. This article looks at how this day came about and what types of themes it has considered over the years.
http://www.translators.org.za/indexes/english/jerome/jerome-history.html

septiembre 20, 2007

Eufemismo y disfemismo

“Eufemismo y disfemismo son, en cierto modo, dos caras distintas de la misma figura del lenguaje en cuanto que ambos responden al mismo mecanismo lingüístico, aquél que permite nombrar un objeto no con la palabra que literalmente lo designa, sino con otra que parece socialmente más conveniente. La diferencia entre eufemismo y disfemismo estriba en que, mientras que la primera figura se usa para referirse a objetos ante los cuales sentimos algún tipo de miedo, asco, temor o repulsión, la segunda se utiliza para destacar los aspectos grotescos o humorísticos de esos u otros objetos.”

CHAMIZO DOMÍNGUEZ, P & SÁNCHEZ BENEDITO, FCO. (2000). Lo que nunca se aprendió en clase. Eufemismos y disfemismos en el lenguaje erótico inglés. Granada: Comares.