junio 26, 2008

EL FANTASMA DE BABEL

El traductor es un especialista antes que un lingüista.

"Si queremos vender fuera, hay que dar todas las facilidades posibles a nuestros futuros clientes y, si puede ser, hablando su mismo idioma.

Poco a poco la internacionalización se ha ido profesionalizando en todas sus áreas, incluida la de los idiomas. Los servicios de traducción se han puesto a la altura del resto de países porque han sabido aprovechar las ventajas que la apertura de fronteras ha supuesto, ventajas, por ejemplo, a la hora de disponer de mayor accesibilidad a la información.

Sin embargo, y a pesar de lo expuesto, la tendencia de los últimos años viene marcada por un descenso en la prestación de servicios a empresas exportadoras por la cada vez mayor contratación de personal con conocimientos de idiomas

A primera vista parece más rentable contratar a profesionales capacitados que, además, dominen varios idiomas. Por ello, a menudo se prescinde del trabajo del traductor. Pero traducir un texto no supone únicamente dominar una lengua, implica contar con unos conocimientos que van más allá de lo meramente lingüístico. Importantes inversiones en campañas de marketing pueden resultar fallidas por errores en la traducción.

Las dificultades que nos encontramos son, fundamentalmente:

La falta de consciencia en las empresas exportadoras de la necesidad extrema de una buena traducción realizada por profesionales;

La deficitaria dotación presupuestaria de los departamentos de exportación para estos conceptos;

La improvisación y falta de planificación de estas necesidades, que siempre surgen por la propia naturaleza de la actividad exportadora.

En suma, las empresas no se dan cuenta de que la imagen que el cliente extranjero tendrá de la empresa y del producto dependerá totalmente de lo que reflejen los documentos traducidos, de la fluidez de la comunicación en el desarrollo de las negociaciones y de la corrección del etiquetado y del empaque.

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