Los traductores e intérpretes son lectores voraces y omnívoros, gente que suele leer cuatro libros a la vez, en distintos idiomas, de ficción y no ficción, de aspectos técnicos o humanísticos, de todo y de cualquier cosa [...] poseen una gran riqueza interna de distintos "seres" o "personalidades", dispuestos a recomponerse ante la pantalla del ordenador cada vez que llega un texto nuevo. (Robinson 1997: 27)
Leer sobre traducción, hablar de traducción con otros traductores, debatir problemas y soluciones referentes a la transferencia lingüística, al impago de trabajos realizados y casos similares, seguir cursos de traducción o asistir a conferencias sobre traducción: todo ello nos produce la fuerte sensación de que no somos sirvientes mal pagados, sino profesionales rodeados por otros profesionales que comparten nuestras preocupaciones. (Robinson 1997: 30)
Cuanto más se traduce, cuanto más se transitan los caminos sinápticos cerebrales desde la lengua de origen a la de destino, de modo que la traducción de ciertas estructuras de la lengua original empiezan a funcionar como una macro del ordenador: ¡zip!, la equivalencia en la lengua receptora prácticamente salta de los dedos a la pantalla. (Robinson 1997: 37-38*)
Fuente: Curso de Traducción impartido por Bruno Osimo y traducido por Simón Campagne. Copyright © 2004 Logos Group. Disponible en línea
http://www.logos.it/pls/dictionary/linguistic_resources.traduzione_es?lang=es
*ROBINSON DOUGLAS Becoming a Translator. An Accelerated Course, London and New York, Routledge, 1997,
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