junio 09, 2007

Alegraos, no estáis solos

En muchas circunstancias y situaciones que la vida nos impone, es muy reconfortante y hasta terapéutico recordar que no somos los únicos y que otros comparten nuestras mismas angustias y pesares. Qué mayor consolación y justificación para mantener el status quo que escuchar de vez en cuando: alegraos, no estáis solo. Qué mejor forma de ser cómplice de la masa, ser como todos y seguir siendo grano de arena del mismo montón. La costumbre, el fatalismo y facilismo a veces frustran el más mínimo intento de alzar el vuelo a mejor altura.

El objetivo de reunir opiniones sobre la profesión en otros países es demostrar que la situación de la profesión, más allá de nuestra geografía local, es muy parecida a la nuestra. Si eliminamos la mención al país, cualquier país le vendría bien, o seríamos totalmente incapaces de adivinar de cuál país se trata. Veamos.

Según Modenessi (2005) “…El traductor mexicano carece de estatus profesional. Por costumbre, en nuestro país se piensa que semejante tarea es accesible a cualquiera que tenga conocimiento –casi en cualquier medida– de una lengua –esto es, la extranjera–, no digamos que las dos que, por razones obvias, resulta indispensable poseer. En términos generales se carece de una conciencia elemental de lo que implica traducir. No es raro que tanto el mercado evidente –las editoriales y, en este caso concreto, los productores tanto privados cuanto institucionales– así como el no tan obvio –el conformado por quienes requieren de un trabajo de traducción por motivos circunstanciales o eventuales- recurran al vecindario, a la referencia familiar o hasta el compadrazgo de otros para resolver sus necesidades… Pero en otras instancias lo que simplemente sucede es que la tarea de traducir no recibe la consideración debida.
Si bien se han realizado esfuerzos por agrupar a los profesionales y dar al gremio una personalidad apreciable por la sociedad, llanamente esto no ha trascendido hasta la creación de una normativa mínima que regule nuestras actividades y aminore el efecto negativo que la laxitud del mercado tiene sobre el profesionalismo. En lo general, pues, el traductor mexicano se encuentra en un territorio abierto donde coexisten los que saben y pueden con los que simplemente medran. A falta de legislación y certificación, el estatus del traductor queda por debajo del nivel profesional; muy a la mexicana, se le inscribe en la categoría de “chamba”, y como tal la miran de arriba abajo muchos empresarios y clientes…”

Es tan patética la situación profesional de los traductores en Argentina que una agencia de traducciones de Argentina: M & G Traducciones tiene que convencer al lector, quien no tiene la menor idea al respecto, de que un traductor profesional es muy distinto a un amateur. El artículo habla por sí solo.

¿Qué piensa la sociedad argentina de los traductores?

El trabajo del traductor en nuestro país de inglés español es una profesión que no ha llegado a tener el reconocimiento que se merece. Si bien, a través de los años, ha sido más valorizada y jerarquizada debido a la necesidad de comunicación con países extranjeros y a la globalización. A pesar de esto, todavía existen cientos de ideas erróneas o clichés que comparte nuestra sociedad. Algunos de ellos son:

Para ser traductor basta con saber hablar y escribir la lengua extranjera.

- Uno tiene que ser un diccionario viviente, siempre listo para responder en forma automática a la palabra que se le pregunta.
- Se cree que no es necesario estudiar la lengua madre, ya que es precisamente la lengua nativa.
- Se piensa que traductor se nace, no se hace.
- Uno puede traducir cualquier tipo de textos con el simple hecho de consultar diccionarios bilingües.

Otros mitos un poco más modernos son:

- Se piensa que es un trabajo solitario, no en equipo.
- La PC y el traductor automático nos solucionan todos los problemas.
- Se tarda mucho menos con estas herramientas; por lo tanto se abaratan los costos.
- Se piensa que los textos son unívocos y que a cada palabra le corresponde otra.
- Se cree que cualquier persona que hable y escriba inglés puede realizar una traducción o revisarla para verificar la calidad.
- Se piensa que uno traduce automáticamente sin realizar ninguna búsqueda y por ende, sin perder tiempo.
- No se tiene ni idea de la cantidad de palabras ni el costo de una traducción.

Todos estos mitos están muy lejos de la realidad.

El traductor es un profesional que ha adquirido una capacitación formal, ya sea en una institución terciaria o universitaria, además de la capacitación informal que va adquiriendo con el día a día de su práctica.

El traductor profesional se distingue del amateur porque este último:

- no sabe explicar por qué hace lo que hace.
- No sabe argumentar o justificar.
- No tiene el concepto detrás de la práctica.

No hay duda de que no existe grado de comparación entre la calidad de una traducción realizada por un profesional y por un amateur

Esto ocurre en Latinoamérica entera. Venezuela es otro ejemplo más de situaciones similares. Sin embargo, en España el panorama luce diferente. Según palabras de Sáenz (2005) el traductor en España tiene una ley que lo ampara y lo salva de renunciar al derecho de autor de su traducción; y le permite por fin recuperar su alma.

“…desde 1987, existe en España una nueva Ley de Propiedad Intelectual (su texto refundido fue aprobado por el Real Decreto Legislativo 1/1996, de 12 de abril), que reconoce sin lugar a dudas que el traductor es el autor de su traducción, y que en su artículo 14 enumera una serie de derechos irrenunciables e inalienables, sin perjuicio de la cesión, en las condiciones económicas que se pacten, de la explotación económica de su traducción. Es una ley que ha venido a sustituir felizmente a la antiquísima de 1879, por la que el traductor cedía para siempre su traducción y su alma...”
Bibliografía:
Modenessi, A. (2005). Observaciones primarias sobre la traducción de teatro en México. Revista de Traducción Literaria Traduic Año 13, nº 20. p. 13.
Sociedad Argentina de Traductores: http://www.myg-traducciones.com.ar/los-traductores-en-argentina.asp. Página visitada el 07-06-06.
Sáenz, M. (2005). La experiencia de la traducción de obras dramáticas en España. Revista de Traducción Literaria Traduic Año 13, nº 20

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